Basil Karlo
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Hace ya tiempo que no le veo sentido a levantarme de la cama. Lo hago igual, será que soy un animal de costumbres. Salir a la calle ya no es una opción. No solamente porque odio llevar bozal, sino porque odio profundamente a toda la gente que lo lleva. No se cuestionan nada, no se plantean nada, son un rebaño obediente y feliz al cual me niego a pertenecer. No sé de qué país es esa gente, desde luego el mío no. En mi país (España) había derechos y en el suyo hay permisos, permisos que pueden ser revocados o ampliados a golpe de telediario y tuit. En mi país había oportunidades, sueños y proyectos vitales de futuro: un viaje, una carrera, una familia.... en el de esa gente solo hay modelos de bozal para ponerse hoy e ideas para pasar el día. No hay que perder el tiempo redpilleando a esa gente, es inútil. Vivo encerrado en casa en una cuarentena autoimpuesta. No me da miedo el virus, me da asco esta sociedad. Paso los días esperando que llegue la noche para liquidar la jornada. Ya no me entretiene ni me motiva nada. Ya no queda disidencia. Hasta burbuja ha caído. Los pandemistas han triunfado y no se dan cuenta de la miseria económica y moral que han sembrado, cuyos frutos sufrirán generaciones. Yo no quiero vivir en ese futuro.
Ojalá estuviese muerto.
Ojalá estuviese muerto.